La fecha de la Semana Santa, una celebración observada por muchas culturas en todo el mundo, varía de un año a otro. Este cálculo, que puede parecer enigmático, se basa en una compleja interacción de ciclos astronómicos y tradiciones históricas. En este artículo, exploraremos los mecanismos detrás de este cálculo, examinando sus raíces históricas y los factores que influyen en la determinación de cuándo se celebra esta festividad cada año.

Seguro que, entre las muchas cosas que haces al empezar el año, una es coger un calendario y mirar las fechas marcadas en rojo: las fiestas, puentes y vacaciones. La mayoría te las sabes de memoria: el 1 de Mayo, el 12 de octubre, el día de los Santos (1 de noviembre) y alguna otra más. Pero siempre necesitamos revisar un calendario porque todos los años nos asalta la misma pregunta: “¿cuándo cae este año la Semana Santa?” Seguro que en más de una ocasión te has preguntado por qué cada año es en días diferentes. Pues si sigues leyendo vas a responder a esa pregunta y vas a aprender unas cuantas cosas de astronomía y, principalmente, de nuestro satélite, la Luna. ¿Quién le dice que no a un viaje a la Luna?

Las dudas sobre cuándo debía celebrarse la Semana Santa son casi tan antiguas como la religión que la celebra. Ya desde el Concilio de Arlés (314 d.C.) se intentó obligar a toda la cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día, aunque no fue hasta el año 525 cuando un monje, Dionisio El Exiguo, unificó las normas para determinar qué día debía celebrarse la Pascua de Resurrección. Como curiosidad, estas normas estaban inspiradas en el cálculo propuesto por Cirilo de Alejandría, papa de la Iglesia ortodoxa de Alejandría durante más de 30 años y creador de una tabla que establecía la fecha de Pascua entre los años 437 y 531 d.C. Este personaje tiene un papel tristemente destacado en la película Ágora de Alejandro Amenábar, y posiblemente no guardes un recuerdo muy positivo de él si la has visto.

La forma de calcular qué día debe coincidir cada año con la Pascua de Resurrección (Domingo de Pascua) es muy compleja, pero a continuación te presento una simplificación con las premisas iniciales que deben considerarse:

  • La Pascua ha de caer en domingo.
  • Este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual. Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua Judía.
  • La luna pascual es el primer plenilunio tiene lugar en el equinoccio de primavera en el hemisferio norte o inmediatamente después.
  • Para saber la fecha exacta, habrá que tener en cuenta la epacta (Número de días en que el año solar excede al “año” lunar común de doce lunaciones) del año, ya que determinará el día en el calendario en que será la luna pascual y, por tanto, la Pascua de Resurrección.

 

Bueno, pues vistas las normas ya está todo clarísimo, ¿no? Aquí se acaba el artículo y espero que nos volvamos a ver en la siguiente entrada. ¿Cómo dices? ¿Que no está claro? ¿Me lo dices en serio? ¿Que hay palabras que no sabes ni de qué idioma son y no has escuchado nunca? Me parece raro lo que me dices, pero bueno, vamos a aprovecharlo entonces para hablar un poco de astronomía y ya de paso buscamos esta luna… de pascua.

Leamos las premisas de nuevo por orden y vayamos aclarando conceptos. La primera palabra que quizá te suene un poco más rara será plenilunio, que no sólo es un nombre de un centro comercial. Pero bueno, esta es fácil: el plenilunio no es ni más ni menos que la luna llena. Llamamos luna llena a la fase
lunar que ocurre cuando la Tierra está entre la Luna y el Sol. Por tanto, el Sol está iluminando completamente la parte de nuestro satélite que vemos desde la Tierra y por eso la vemos completamente circular y con tanta luminosidad.

Luna creciente en Guangzhou, China, con Júpiter y Venus haciendo de ojos de estás sonriente cara.

 

Como también sabrás, la luna llena es una de las 4 principales fases por las que pasa nuestro satélite a lo largo de su rotación alrededor de la Tierra: nueva, cuarto creciente, llena y cuarto menguante. Si tienes dudas entre las fase creciente y menguante, puedes utilizar el dicho aquel de “la luna es una mentirosa”: si la ves en forma de C es porque está en cuarto menguante (y no Creciente) y si la ves en forma de D es porque está en cuarto creciente (y no Decreciente). Ahora bien, ten cuidado porque esto solo es válido en el hemisferio norte, ya que en el hemisferio sur la luna siempre dice la verdad, ya que desde allí tenemos la perspectiva inversa. ¿Y en el ecuador? Pues en el ecuador las fases intermedias de la Luna tienen forma de ∪ y de ∩, como podrás comprobar en la simpática foto.

Vamos a por la siguiente expresión, que seguro que también te suena y es fácil: equinoccio de primavera. La palabra equinoccio, que proviene del latín
aequinoctium (igual noche), se utiliza para designar los dos momentos del año en los que el Sol alcanza su punto más alto, el cenit, en el ecuador terrestre. En esa fecha, en el ecuador y en latitudes próximas, la duración del día y de la noche son prácticamente iguales.

Este fenómeno ocurre entre el 19 y 21 de marzo y entre el 21 y 24 de septiembre de cada año, y marcan el inicio de la primavera y el otoño respectivamente,
dependiendo del hemisferio en el que nos encontremos. En el nuestro, que es el que tomamos de referencia para el cálculo de la Semana Santa, es el inicio de la primavera.

El siguiente concepto es el más difícil y más importante para entender el cálculo de la Pascua de Resurrección: la epacta del año. Antes de entrar en él, hay que recordar que nuestro calendario es un calendario solar, basado en el tiempo que tarda la Tierra en completar una vuelta alrededor del Sol: 365 días, 6 horas, 9 minutos, 9 segundos y 733 milisegundos, un año. Sin embargo, se pueden construir calendarios utilizando otros movimientos astronómicos, como por ejemplo los ciclos de la Luna.

En un calendario lunar tendríamos los llamados meses sinódicos, que miden el periodo de tiempo que transcurre entre dos momentos en los que la Luna ocupa la misma posición con respecto del Sol, y tienen una duración de 29 días, 12 horas, 44 minutos, 2 segundos y 802 milisegundos. Como esto es aproximadamente 29,5 días, los meses de un calendario lunar se alternan entre 29 y 30 días. Ahora, si haces una cuenta fácil, te darás cuenta que mientras que nuestro calendario solar tiene 365,25 días (de ahí que a cada 4 años le añadamos 1 día al año), los calendarios lunares tienen 354,37 días, esto es, entre 11 y 12 días menos que nuestro calendario solar. Eso, quieras o no, es un problema, ya que las estaciones y los fenómenos asociados van recorriendo con el paso del tiempo los distintos meses del calendario, y dificulta considerablemente hacer predicciones, además de que descoloca bastante.

¿Qué solución se adoptó para este problema? La más común fue añadir días. Es decir, si el año solar y el lunar empiezan un mismo día, después del primer año, el año solar empezará 11 días más tarde que el segundo año lunar. Después de dos años la diferencia es de 22 días, y al tercer año ya serán 33 los días de exceso. Esos días de exceso entre el año solar y lunar son los que se llaman epacta (del griego ἐπακταί, días añadidos), y se tienen que añadir al año
lunar para completar e ir a la par que el año solar o, visto de otra manera, son los que se añaden al año solar para determinar la fecha en un calendario lunar. Pues bien, cada vez que la epacta de un año alcanza o excede los 30 días, se añade un mes al calendario lunar y a la epacta se le restan 30 días, y se vuelve a
continuar hasta que de nuevo el comienzo del año coincide en ambos calendarios, hecho que sucede transcurridos 19 años.

¿Y por qué afecta esto al cálculo de la Pascua de Resurrección? Pues porque el cálculo de esa festividad, así como otras importantes celebraciones (Ramadán, año nuevo chino, cumpleaños de Buda y unas cuantas más) está basado en un calendario lunar. Así, para saber el día correspondiente en nuestro
calendario solar, hay que saber para cada año en el que estemos (en este caso 2025) cuál es la epacta de ese año para sumársela al 22 de marzo, fecha que es la primera que cumple las condiciones para poder celebrarse la Pascua de Resurrección.

¿Y cómo hago yo para calcular la epacta de un año? Vamos a ir acabando, así que solo te lo voy a dejar indicado: la forma más fácil es que utilices uno de los algoritmos que se inventaron para tal efecto. Muy habitualmente se utiliza el propuesto por Gauss (sí, Gauss, el gran matemático) en 1816, aunque posiblemente el más completo se propuso en 1876 en una carta anónima brevísima a la revista Nature y que puedes ver en la imagen. Curioso que quien ideó este método para calcular la fecha de la Pascua “para siempre” no firmara el artículo con su nombre.

 

Algoritmo para el cálculo de la Pascua “para siempre”.

Si has llegado hasta aquí te felicito, tienes mucho mérito. Por eso te has ganado una recompensa digna de tu paciencia, así que te dejo para el final un gran premio. Hace poco descubrí esta fantástica versión de una emocionante canción escrita en 1969 con ocasión del alunizaje de la misión Apolo 11, que como sabrás fue la primera tripulada a la Luna. Te recomiendo que veas el vídeo, ya que fue el primer videoclip grabado desde fuera de nuestro planeta, literalmente,
y que disfrutes con sus imágenes: I’m floating in the most peculiar way and the stars look very different today.

David Bowie, Space oddity.

Ah, por cierto, este año las vacaciones de Semana Santa son del 17 al 20 de abril. Disfrútalas. Y en algún momento podríamos pensar también si estamos de acuerdo en que en el siglo XXI el calendario, sus ritmos y nuestros periodos lectivos los marquen las festividades religiosas y sus azarosas normas o nos gustaría una distribución más racional del calendario. Sólo lo digo por pensar en algo…

Jorge Caballo González